miércoles, 27 de agosto de 2008

Los Derechos Humanos y la ignorancia de algunos

Escribe: Oscar Farias
El hombre malo, según Platón, es el hombre ignorante. La ignorancia genera guerras, miseria, pobreza, mortandad infantil, discriminación, etc. El mejor remedio para este flagelo es la información fidedigna, la enseñanza, la educación…
Es bastante común escuchar: “Los Derechos Humanos sólo defienden delincuentes ¿y a nosotros quién nos defiende? o “Asesinaron a un ingeniero, padre de familia, ¿dónde están los Derechos Humanos? Esos zurdos solamente defienden a delincuentes”.
Este razonamiento, si se puede llamar razonamiento, es totalmente equivocado. Haber si podemos aclararlo: Los Derechos humanos se crearon para proteger a los ciudadanos de los crímenes, de los excesos y de las violaciones que comete el Estado sobre las personas. El Estado no puede actuar como una fuerza miliciana, como un mecanismo terrorista. Él justamente existe para aplicar la justicia y es a través de la justicia que el Estado castiga los delitos comunes, por esta sencilla razón los Derechos Humanos solamente actúan contra las violaciones que consuma el Estado.

Entre las violaciones a los Derechos Humanos están los crímenes de lesa humanidad, (lesa: herida, dañada, agraviada) que son aquellos hechos aberrantes que nunca prescriben y que son cometidos por el Estado. Es decir que el Estado con sus crímenes ha herido a la humanidad, la ha agraviado, la ha dañado. ¿Y quién nos protege de la furia del Estado? Por esto se han creado las organizaciones de derechos humanos que actúan solamente contra el Estado y contra nadie más. Por eso no tiene fundamento jurídico hablar de “los derechos humanos” de un policía muerto por un delincuente. El policía es parte del Estado y es el Estado el que lo protege, el que lo cuida. Las organizaciones de derechos humanos no se hicieron para eso.

Aquellos delitos que no son practicados por el Estado, los llamados delitos comunes, deben ser sometidos a la justicia y a la ley impartida por el Estado. Estos crímenes, aberrantes o no, prescriben, los de lesa humanidad no.

Ciudadanos rebeldes, grupos milicianos (guerrilleros), exaltados, patoteros, criminales, ladrones, violadores y asesinos a sueldo habrá siempre, pero no son ni serán el Estado, y a estas personas le cabe todo el peso de la ley y el precepto fundamental que dice: “Todo ciudadano es inocente hasta que se demuestre lo contrario”.
Es por eso que el Estado terrorista que mata desde su poder, no juzga a nadie, ignora las leyes que debiera aplicar y fusila, desaparece y tortura por apenas la presunción de un eventual delito.
En Argentina el Estado ha cometido un genocidio, no apenas contra un grupo de guerrilleros como pretenden hacernos creer, se ha cometido contra la sociedad argentina, contra hombres desarmados, científicos, profesores, obreros, adolescentes y los más aberrante, amoral y anormal, contra niños.
El Estado democrático debe juzgar al Estado terrorista.
Si se emprende alguna acción judicial contra grupos civiles que no hayan instrumentado al Estado para el ejercicio de la violencia, habrá que diferenciarlos para no caer en la teoría de los dos demonios que es el fundamento del “empate”.
El gobierno de Cristina Kirchner, para continuar los juicios contra los delitos de lesa humanidad, deberá redoblar su firmeza, porque la derecha política y económica, envalentonada, colmada de soberbia y de furia, disfrazada por otros motivos, trata por todos los medios impedir la realización de los juicios.


Fuente: José Pablo Feinmann